Cada vez que miramos una fotografía recuperamos una prueba de un pasado que jamás se repetirá, imagen pretérita cargada de recuerdos y sentimientos... que de un modo u otro intenta transmitir.
Siempre recuerdo con gran nostalgia el tiempo que de niño pasaba jugando en las praderas bajo un generoso sol de verano... y siempre me atraen este tipo de paisajes.
De todos los caminos que sigo.... prefiero y me quedo con el camino que recorre el agua. Desde el simple riachuelo al río caudaloso, sus caminos están llenos de motivos para fotografiar.
Y que sensación tan esplendida encontrarte con un pueblo enterrado en lo más recóndito de una sierra...
Y descubrir la actividad de sus fiestas o ferias... todo puede guardarse en la imagen congelada de una simple fotografía.
La brillante mirada de un gato cuyo nombre e historia no vas a conocer,
el viejo puente romano que por centurias dio paso a los hombres y hoy descansa olvidado,
las nubes caprichosas envueltas en los rayos de sol del anochecer,
el alba que siempre te sorprende y alegra cuando caminas entre las montañas,
la quietud y tranquilidad del agua de una laguna o embalse...
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